Dimensión audiovisual

Si hay algo que diferencie a Un, Dos, Tres… del resto de los programas es su dimensión audiovisual. A lo largo de su historia, el espacio ha utilizado una serie de elementos, expresados a través de su puesta en escena, que han sido relevantes para su posterior recuerdo.

La recepción de su escenografía adecuada al criterio de la misma evolución del género y expresada en la autenticidad, originalidad y artisticidad de sus formas advierten un universo estético con el que implicar al espectador en la dinámica del juego. Tal ornamentación (decorados fijos y estables y atrezzo) gira en torno a la narrativa de la mecánica de los tres grandes bloques de los que se compone el programa (la ronda de preguntas, la eliminatoria y la subasta) y, a la vez, a otros condicionantes como la temática semanal y la presencia/distintivo de presentadores, azafatas y artistas. También es necesario destacar el empleo de un vestuario específico que configura la imagen total de la representación visual escenográfica del programa junto a la iconicidad de las mascotas (Ruperta, Botilde, El Chollo, El Antichollo, El Boom, El Crack) cuya imagen refuerza el carácter lúdico del concurso. Un referente visual determinado por las novedades de cada etapa y por su función representativa en el juego (suponía el mejor o el peor regalo). Una entidad significativa a las que se les otorga un protagonismo inusual con respecto a otros formatos como baluarte de la cultura visual del programa.

A todo ello se une, además, la ambientación/ilustración musical en el empleo de efectos, fragmentos y composiciones sonoras configurada como un mecanismo más en la cimentación de su recuerdo (la sintonía de su cabecera se sitúa como una de las más populares en la historia de la televisión en España). La progresiva espectacularización de los contenidos también propició composiciones musicales dramatizadas con claras reminiscencias al teatro/revista musical que consolidaron su concepción de gran formato de variedades.